Revista
Dr. Guillermo Galván, profesor del Máster de Terapia Miofuncional de la Universidad Pontificia de Salamanca. Miembro del Comité Científico de El DM.
La odontología actual no es ajena a las tendencias generales que mueven a la sociedad. Nos movemos en un mundo donde lo visual tiene un gran protagonismo, un mundo de imágenes, donde la apariencia de la sonrisa marca gran parte de los objetivos finales de los tratamientos odontológicos.
Los pacientes reconocen y recuerdan la calidad de un tratamiento por el resultado final, olvidándose de todo el proceso y actuaciones terapéuticas realizadas para lograrlo.
Todos sabemos lo importante que es tener una boca sana, y los profesionales de la odontología hacemos serios esfuerzos por concienciar a los pacientes de lo importante que es evitar enfermedades bacterianas que afecten a la estructura de los dientes como son las caries, o que afecten al soporte periodontal como ocurre con las enfermedades periodontales, y la relación que existe entre estos procesos bacterianos y la salud general de las personas. Estos procesos dependen de unos patrones de susceptibilidad y de la presencia de unos factores de riesgo.
También sabemos que la tendencia natural del ser humano es presentar una resistencia a enfermar y, sin embargo, vemos que existen complicaciones y fracasos que implican una pérdida de la salud oral. Esta evolución negativa de la boca se debe principalmente a complicaciones mecánicas como consecuencia de la función individual de cada paciente, es decir lo que cada uno realiza con su boca.
La función representa la presencia de una serie de fuerzas que inciden de manera cíclica y continuada en los dientes y sus sistemas de soporte. Cuando esta función se altera se provoca una sobrecarga del sistema masticador; ante esta situación el elemento mas débil del sistema es el que antes se deteriora y evidencia los signos de la sobrecarga, ya sea la articulación temporomandibular, la musculatura masticatoria, los dientes o el sistema de soporte periodontal.
Los desórdenes temporomandibulares y cuadros de dolor orofacial generados por un mal
funcionamiento de la articulación pueden ser bien como consecuencia de un cuadro sistémico o por un desorden interno. Estos últimos pueden ser debidos a su vez por las características morfológicas del complejo articular, la existencia de traumatismos por una sobrecarga continuada de la musculatura originada por una alteración de la postura corporal o la dinámica cervical dorsal, craneal o facial y por las relaciones anatómicas con estructuras más o menos próximas.
Todos estos desordenes provocan una pérdida de la calidad de vida y una demanda de tratamiento médico-odontológico muy importante. De nada sirve establecer un enfoque clínico que no sea multidisciplinar. Evidentemente el odontólogo ejerce una labor primordial en el diagnóstico y planificación del tratamiento pero siempre teniendo presente los beneficios que pueden reportar disciplinas como la osteopatía, fisioterapia, psicología y neurofisiología.
Por otro lado, los efectos de las alteraciones funcionales muchas veces están unidos a la destrucción de la dentición de los pacientes y al mal funcionamiento de los diferentes tratamientos restauradores que podamos realizar.
Identificar el origen de la alteración nos permite establecer un protocolo terapéutico mucho más eficaz y fiable. Actualmente, podemos recurrir a métodos diagnósticos que la tecnología pone a nuestro alcance, como son los monitores que nos miden la actividad muscular, tanto en la fase de vigilia como de sueño, y así poder valorar la posible relación entre el bruxismo y las apneas obstructivas del sueño. De esta forma se abre una nueva dimensión a la hora de entender los procesos por los que los pacientes destruyen la estructura dentaria y las repercusiones que sobre los materiales que utilizamos para restaurar los dientes tienen, lo que nos permitirá establecer tratamientos más eficaces.
El paciente con alteraciones funcionales de origen oclusal presenta por lo general desgastes dentarios conjuntamente con sintomatología muscular y articular, que dependerán del tipo de maloclusión y de los factores personales.
Los cambios de la anatomía dentaria generan de por si cambios en la masticación, en la fonación y en el sistema postural del paciente, provocando o reforzando sintomatología de intensidad y localización muy variable que muchas veces acaba afectando a zonas como la cabeza, región cervical, oído, etc.
En estos casos no debemos olvidar la utilización de métodos tradicionales como son las férulas u ortesis como métodos diagnósticos y terapéuticos, ya que modifican los contactos dentarios y la influencia de los mismos en la función articular.
Según la tipología de los desgastes, en la clínica debemos realizar un diagnóstico diferencial entre los originados por parafunciones y los que se deben a desórdenes funcionales. Este matiz es clave a la hora de realizar una valoración del riesgo y pronóstico de la boca y poder afrontar un tratamiento rehabilitador con eficacia y fiabilidad.
La valoración de las características funcionales de cada paciente, es decir, que hace con su boca, es crítico a la hora de poder planificar un tratamiento restaurador o rehabilitador con carácter irreversible y más o menos permanente.
Controlar los factores de riesgo funcional de nuestros pacientes es clave para que el tratamiento de elección sea estable y fiable a medio-largo plazo.
Por último me gustaría destacar que la función se fundamenta en la oclusión y hemos aprendido que esta disciplina obedece a una serie de paradigmas, conceptos y premisas contradictorias entre sí que han contribuido a crear una visión confusa de esta disciplina, pero como dice al respecto el Dr. John C. Kois, “cuando evaluamos diferentes conceptos, sus semejanzas pueden ser más importantes que sus diferencias”.
La planificación exitosa de una rehabilitación oral se fundamenta no solo en conseguir una preciosa sonrisa sino también una función oclusal eficaz compatible con los movimientos articulares, que nos mantenga estable el resultado logrado.
Os animo a que os forméis o sigáis formando en el mundo de la ATM y la oclusión, disciplinas muy interesantes y necesarias para poder ofrecer estabilidad y fiabilidad en los diferentes tratamientos odontológicos.
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