Revista
El Dr. Cosme Gay Escoda, catedrático de Patología Quirúrgica Bucal y Maxilofacial de la Universidad de Barcelona y jefe del Departamento de Odontología General, Cirugía Bucal, Implantología Bucofacial y Cirugía Maxilofacial del Centro Médico Teknon de Barcelona, nos ofrece a lo largo de esta entrevista una radiografía de la situación sociosanitaria que atraviesa nuestro país con motivo de la crisis de la COVID-19 y de cómo ha afectado ésta a la praxis diaria del odontólogo.
DM.- Desde su punto de vista, ¿cómo está cambiando la enfermedad de la COVID-19 el día a día del odontólogo?
Dr. Cosme Gay Escoda (Dr. C.G.E.).- Esta pandemia ha alterado la vida personal y profesional de toda la población, ya que para superar esta crisis sociosanitaria deben adoptarse medidas personales: uso de mascarilla, lavado de manos, etc. y medidas sociales: distanciamiento físico, cuarentenas, etc. Si estas acciones no se aplican de forma rigurosa, a pesar de las vacunas, nos costará mucho tiempo superar esta crisis.
En una publicación de Br Med J se presenta una tabla con las acciones que debe cumplir la población para valorar el riesgo de contagio. Este contagio será bajo si llevamos la mascarilla adecuada bien colocada, si el contacto con otras personas es breve, estamos en espacios bien ventilados o al aire libre, no se habla ni se tose o estornuda, si se guarda la distancia física mínima de 1-2 metros y no se está en lugares muy concurridos y, finalmente, si te lavas las manos frecuentemente con jabón o gel hidroalcohólico (no tocarse la boca o la nariz con las manos sin desinfectarlas previamente, por la transmisión por fómites). El contagio será muy alto cuando sucede lo contrario de lo comentado anteriormente.
El odontólogo, como cualquier ciudadano, debe seguir todas estas medidas a nivel personal y social, pero además deberá aplicarlas y adaptarlas a su ejercicio profesional.
Desgraciadamente una parte importante de la población, no sigue estas recomendaciones que las autoridades y los profesionales sanitarios no paran de repetir; por este motivo, tras la fase inicial de la pandemia en marzo de 2020, con el estado de alarma se controló la enfermedad, pero tras las vacaciones de verano empezó una segunda ola que ha sido peor porque las medidas personales y sociales no se aplicaron correctamente (aglomeraciones en los transportes públicos, hablar o cantar en los espacios públicos cerrados, uso de mascarillas no homologadas, etc.) y por las mutaciones del SARS-CoV-2 que han aumentado el poder de transmisión de la enfermedad.
Todos los virus, incluido el SARS-CoV-2, tienen pequeñas mutaciones genéticas, cuando los virus van generando copias de su genoma en el proceso de la infección. La mutación más importante se ha producido en la “espiga, espícula o spike” del virus, que sustituyó un ácido ascórbico D614 por una glicina G614, provocando una mayor infectividad (>70%), aunque parece que no ha aumentado la gravedad de la enfermedad (Plante y cols. Nature, octubre 2020). En las últimas semanas, el Reino Unido se ha enfrentado a un rápido aumento de casos de COVID-19, en el sureste de Inglaterra; y en el análisis de la secuenciación del genoma viral se ha identificado un nuevo grupo filogenético con la presencia de múltiples mutaciones de proteínas “espiga” como delección 69-70, delección 144-145, N501Y, A570D, etc. Esta variante (VUI 202012/01) es más transmisible (no está confirmado científicamente) y ya se ha propagado por muchos países europeos y de otros continentes (European Center for Disease Prevention and Control. Estocolmo 20 de diciembre de 2020).
Es importante también destacar que hay un 8% de pacientes que son supercontagiadores ya que infectan al 60% de sus contactos.
La praxis diaria del odontólogo, como la de cualquier profesional, se ha visto gravemente alterada, porque su trabajo exige de forma preferente la atención personal de los pacientes, aunque se pueden potenciar las consultas telemáticas.
Las profesiones sanitarias (médicos, enfermeras, odontólogos, etc.) están entre las de mayor riesgo de contagio, especialmente si atienden a los enfermos de COVID-19 en primera línea, ya sea de forma ambulatoria o hospitalaria. Meng y cols. publicaron un trabajo en el J Dent Res sobre la infección de profesionales de cuidados dentales en un Hospital Odontológico de la Universidad de Wuhan (provincia de Hubei, China) en el que sólo detectaron 31 casos, de los cuales sólo 5 se contagiaron con los pacientes enfermos de COVID-19. Las medidas preventivas de infecciones cruzadas (EPI y desinfección ambiental) fueron eficaces en la práctica dental. Estrich y cols. publicaron en el J Am Dent Assoc que la prevalencia de COVID-19 en los dentistas de EE.UU., afectó al 0,9% de los 2.195 dentistas encuestados. Destacan los datos de que el 8,6% presentaron depresión y el 19,5% ansiedad. El 99,7% de las consultas dentales aplicaron los protocolos de control de las infecciones cruzadas recomendadas por la Asociación Dental Americana.
Recientemente se ha informado que en España, más de 100.000 sanitarios se han contagiado por COVID-19 en su lugar de trabajo, siendo uno de los países con un porcentaje más elevado de contagios en personal sanitario del mundo y especialmente de la Unión Europea.
El odontólogo debe modificar sus malos hábitos como atender a los pacientes sin mascarilla, no ponerse gafas o pantallas protectoras de los ojos y un largo etcétera que ya debían ser obligatorias tras pasar la pandemia del SIDA hace ya bastantes años. Es muy triste ver, durante la pandemia, que algunas revistas mensuales que envían a los dentistas, con anuncios de másteres universitarios, en los que los profesionales no llevan protección ocular, o con la mascarilla sin tapar la nariz, simplemente una vergüenza.
DM.- Actualmente, ¿cuáles son los protocolos utilizados para la realización de tratamientos odontológicos a los pacientes COVID-19?
Dr. C.G.E.- De los protocolos que han propuesto diversas Sociedades científicas, Colegios profesionales, Centros o Institutos Nacionales de Salud y numerosos hospitales y centros universitarios, destacaremos los siguientes puntos:
Centrándonos exclusivamente en la atención odontológica, que mayoritariamente se efectúa en clínicas dentales privadas, es preciso actuar de la siguiente forma:
El cribado o selección de pacientes se puede efectuar de forma telefónica o por vía telemática, enviándoles un cuestionario en el que deben detallar qué tipo de patología presentan, si tienen algunos síntomas de la COVID-19, si han tenido contacto con enfermos de COVID-19, si presentan enfermedades sistémicas de interés y cualquier otro dato que pueda ser importante para decidir si el tratamiento es urgente y/o se puede demorar y qué tipo de Centro de salud o especialista debe atenderlo.
Existen numerosos cuestionarios COVID-19 con una serie de preguntas que son muy fáciles de responder y que junto con la conversación telefónica nos darán información suficiente para tomar una decisión.
Si el paciente responde que NO a todas las preguntas que se le hace, por ejemplo ¿Tiene fiebre o ha tenido fiebre en los últimos 14 días?, etc. y después de valorar su historia clínica general y si la patología odontológica que presenta no se puede demorar un tiempo prudencial, lo citaremos para que acuda a la consulta.
Si decidimos que es pertinente hacer algún tipo de tratamiento, le mandaremos por correo electrónico o por WhatsApp, las instrucciones de cómo debe acudir a la consulta: llevar mascarilla FFP2, ser muy puntual y venir sin acompañantes (salvo menores de edad o casos similares) con el fin de evitar aglomeraciones de personas, etc.
En los pacientes sospechosos o posibles enfermos asintomáticos de COVID-19, se les citará para control a las 2-3 semanas, salvo tratarse de un caso urgente inaplazable, en cuyo caso se le deberá atender en un horario especial y extremando toda la protección para el personal sanitario.
En caso de atender al paciente en la consulta, éste debe firmar un consentimiento informado de atención durante la pandemia COVID-19, además del consentimiento para el tratamiento odontológico que se efectuará.
El paciente debe prepararse para entrar en la zona clínica, colocándose polainas, bata, etc. y con limpieza de manos con gel hidroalcohólico. Al salir debe retirarse todo el material y finalmente volver a limpiarse las manos.
Es recomendable reducir las visitas y hacer el máximo de tratamientos posibles en la misma sesión. Entre paciente y paciente debe revisarse todo el Box y aplicar las medidas de desinfección antes comentadas. Está claro que con el tiempo que debe dedicarse a cada paciente y las medidas de desinfección del Box, habrá que espaciar la atención a los pacientes, evitando aglomeraciones en los pasillos y otras zonas de la clínica, lo que exigirá reducir el número de visitas que podremos efectuar en cada jornada laboral.
Si responde SÍ a alguna pregunta del cuestionario, deberemos demorar la visita al consultorio unas 2-3 semanas y deberá volver a contestar el cuestionario, para valorar si puede acudir a nuestra consulta.
La mayoría de las visitas que suelen ser verdaderas urgencias, es porque precisan tratamiento inmediato y suelen tener relación con procesos infecciosos, traumatismos o procesos oncológicos, en muchos de ellos con presencia de dolor.
Para conocer la atención de la salud bucal esencial (ASBE, abreviatura en inglés) en la pandemia COVID-19 nos parece muy interesante el artículo de Benziam y cols. en el J Dent Res, que define y clasifica la ASBE como un componente esencial de un Sistema Nacional de Salud y destaca que el personal de atención de la Salud Bucal es parte de la fuerza de actuación médica esencial. No toda la atención dental es ASBE, y no toda la ASBE es urgente, especialmente en las condiciones de esta pandemia.
También puede consultar el número 56 de DM El Dentista Moderno
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