Revista
Autores: Dra. Ana Boquete Castro y Dr. Stevens Salva Sutherland
La ansiedad incontrolable ante la inminente visita al dentista, así como el miedo a sufrir dolor durante el tratamiento, generan un importante deterioro en la salud oral, ya que los pacientes evitan asistir a sus revisiones dentales rutinarias, y para cuando lo hacen, a menudo las patologías existentes están en fases avanzadas y son dolorosas, requiriendo tratamientos más complejos y duraderos, lo que incrementa la ansiedad del paciente, generándose un círculo vicioso que va en detrimento de la salud del mismo (1).
Por otro lado, hay que tener en cuenta que el instrumental odontológico es, en su mayoría, punzante y cortante y el hecho de realizar procedimientos que no son posibles en caso de presencia de un dique de goma (por ejemplo una exodoncia o una toma de medidas sobre implantes), hacen que sea imprescindible que el paciente se encuentre tranquilo y no realice movimientos bruscos, que pudieran generar daño en tejidos blandos o, más grave aún, atragantamiento por caída de instrumental o materiales a la vía aérea.
Estos factores, unidos al hecho de la altamente demostrada vinculación entre la salud oral y la salud sistémica, hacen que exista una necesidad imperiosa de poder ofrecer a los pacientes un tratamiento dental seguro, indoloro y que no les genere miedo, para que no duden en asistir a la consulta dental y puedan gozar de un estado de salud bucal adecuado.
¿Cómo se mide la ansiedad ante el tratamiento dental?
En el año 1969, se crea la Escala de Ansiedad Dental de Corah (2), la cual ha sido ampliamente utilizada en estudios epidemiológicos. Esta escala medía diferentes factores de ansiedad y estrés del paciente ante el tratamiento dental, pero no tenía en cuenta la aplicación de anestesia, motivo importante de ansiedad para muchos pacientes y que dio lugar al desarrollo de la Escala de ansiedad dental modificada EADM (3), la cual se compone de 5 preguntas con 5 posibles respuestas:
Preguntas:
a. Si mañana tuviera que ir al dentista para una revisión, ¿cómo se sentiría al respecto?
b. Cuando está esperando su turno en el consultorio, en la silla den dentista ¿cómo se siente?
c. Cuando usted está en la silla del dentista esperando mientras el dentista prepara el taladro para comenzar de trabajo en los dientes, ¿cómo se siente?
d. Imagínese que usted está en la silla del dentista para una limpieza dental. Mientras espera el dentista o higienista saca los instrumentos que serán utilizados para raspar sus dientes alrededor de las encías, ¿cómo se siente?
e. Si le van a inyectar con una aguja anestésico local para su tratamiento dental ¿cómo se siente?
Respuestas:
a. Relajado, nada ansioso (1 punto).
b. Ligeramente ansioso (2 puntos).
c. Bastante ansioso (3 puntos).
d. Muy ansioso e intranquilo (4 puntos).
e. Extremadamente ansioso (sudor, taquicardia, sensación de enfermedad grave) (5 puntos).
La valoración del grado de ansiedad ante la visita al dentista se hace sumando el total de puntos obtenidos tras responder a las 5 preguntas:
• Hasta 8 puntos: ansiedad leve o nula.
• 9-12 puntos: ansiedad moderada.
• 13-14 puntos: ansiedad elevada.
• 15 o más puntos: ansiedad severa o fobia.
La existencia de ansiedad moderada o severa puede ser por sí solo motivo de sedación del paciente ante el tratamiento dental. Si bien, la complejidad del tratamiento a realizar y la historia médica del paciente, influencian también esta decisión (Tabla 1):
Así, un paciente que va a ser sometido a un tratamiento sencillo pero que tiene historia previa de síncopes y su EDAM es alto, puede tener una necesidad elevada de sedación.
Es común que cuando un paciente presenta una ansiedad leve o moderada ante un procedimiento dental que él percibe como muy complejo, pero que desde el punto de vista técnico no lo es, se proceda a la medicación de ansiolíticos previamente a la intervención. Sin embargo, la ansiólisis puede resultar insuficiente en pacientes con ansiedad elevada o ante procedimientos complejos o de larga duración, por lo que se hace necesario recurrir a niveles mayores de control de la ansiedad (Figura 1 y Tabla 2):
En el caso de tener que recurrir a sedación, se han de distinguir dos alternativas que pueden realizarse en el gabinete dental:
• Sedación inhalatoria, comúnmente llamada, sedación consciente: ideal en pacientes colaboradores y para procedimientos de complejidad baja-media. No se altera la respiración ni la función cardiovascular. El paciente responde a estímulos verbales. Se realiza con óxido nitroso, un gas de inicio de acción rápido, corta duración y que se absorbe rápidamente por vía pulmonar.
• Sedación endovenosa: ideal para usar ante procedimientos dentales largos y/o de elevada complejidad, así como en pacientes con gran estrés ante el tratamiento. En odontología se busca un nivel de sedación moderado (aunque por momentos puede ser profundo), donde el paciente conserve los reflejos protectores de vía aérea y que pueda responder a estímulos verbales y táctiles obedeciendo órdenes. Entre los múltiples beneficios, habrá amnesia del procedimiento, por lo que es ideal ante fobias y cuadros de ansiedad muy marcados. Además, al tener la vía venosa disponible, se podrá administrar analgésicos, dosis de corticoides y cualquier otro medicamento que se considere necesario. En este nivel de sedación la función cardiovascular suele no afectarse y la ventilación solo en caso de sedación profunda o con el uso de opioides, pero con altos parámetros de seguridad. [...]
Puede consultar esta revisión de la literatura al completo en el número 79 (Octubre 2023) de DM El Dentista Moderno o descargar el pdf aquí.
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